Sábado 24 de Marzo, eran las 6:30 pm y tenía una reunión de trabajo. LLega Juan y nos dice que le robaron a una de nuestras colegas a dos cuadras de la oficina.
EL gerente y el presidente corren al lugar de los hechos a ver si es que pueden hacer algo, el gerente me dice vamos Darío, yo sin dudar me uní a la carabana justiciera. LLegamos al lugar del robo, que se ubicaba atrás del Milenium Plaza, justo donde hay esos morochos buenasos con empanada de pollo o verde.
Cuando llegué al lugar de los hechos ví a un hombre tirado en el suelo, yo pensé que hirieron a algún colega porque a un costado estaba la ambulancia. Pero derrepente el tipo que estaba en el suelo hizo una voltereta extraña que golpeó a más de un defensor de la justicia. Mis companeros llegaron a frustrar la posible huída a punta de golpes. Yo me quedé pasmado de la violencia con que actuaron mis camaradas, yo no pude participar del ritual justiciero. No podía, solo pude ver con sorpresa las reacciones agresivas de mis colegas. Tenía miedo de que el ladrón me golpeara, yo pensaba ¨qué es lo que puede perder este tipo¨ quizá y tiene un arma y yo por héroe me gáno un pasaje sin retorno al cielo o al infierno.
La actitud agresiva de mis companeros de trabajo hacia el ladrón me hizo pensar en varios aspectos que al parecer en ese momento no debían importar.
Yo pensaba que en realidad el ladrón ese no tenía la culpa. La culpa la tenía la sociedad, que desprecia dar una mano al que no tiene nada, la culpa la tenían los gobiernos corrúptos que no les importa robar a los más pobres en su beneficio, la culpa la teníamos nosotros mismo.
¿Altruista?, entonces cuando me dejé contagiar de la ira colectiva, le grité al ladrón que se callara, el solo hablaba de que era justo una peléa uno a uno, que era honesto, que no era culpable...
El ladrón me dijo que le hiciera callar si podía, yo me acerqué un poco, pero no podía hacer nada más que una falsa amenaza. Al ver a ese ladrón golpeado, sangrando, desesperado en el suelo solo podía pensar en la distancia que existe entre ese tipo sangriento y los que le rodeábamos. Esa violencia que usaron mis camaradas no era necesaria para nada, el tipo estaba acorralado y no se iba a escapar. Llegó la policía y se los llevaron, han sido dos pues. En el transcurso a la PJ, todos hablaban de que le pegaron uno o dos puñetes, que jajaja Fredy le dio en los huev.. jajaja, que Andrés le dió un puñete con tremendos anillos, que si hubiera estado Wilson de seguro no queda ladrón ya que el usa unas botas inmensas y que es medio ¨loco¨.
Ese orgullo de falso héroe mediocre iba ha ser la conversación de toda la tarde. La violencia genera más violencia. Eso es lo que yo pensaba, no era necesaria aquella golpiza. Mi conflicto ante tal demostración de ira era que yo no podía dejar de pensar en el verdadero culpable, no podía dejar de pensar en Ghandi, no podía dejar de pensar en Sun Tzu que dijo que no podía haber mejor cosa que la batalla que se gana sin pelear.
Recuerdo también las palabras de Che que decían que para conseguir un cambio en el tercer mundo eran necesarias las armas. No me sorprende que el símbolo del Che lleve un fondo rojo.
2 comentarios:
Lo ideal hubiera sido que este un compañero y al ver el lio defienda a la pobre.. ese es un ejemplo de la arrechera de la gente en monton. Pero que seria mas justo? que tus compañeros le den su buen trozo al man? o que el se meta con una mujer? Creo que recibio su merecdido..
Creo que hay maneras más pacíficas y menos montoneras de ser justos, la sociedad te obliga muchas veces ha hacer cosas que no quieres
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