Son tiempos de universidad, Comunicación Social y Publicidad, es mi carrera. El Sr.Orellana, mi padre, se preocupa de que su joven heredero no consiga su primer camello. La Sra.Rodas ya ha hecho bastantes préstamos monetarios al Junior. ¿Cúando me pagarás? Me dice en medio en broma medio en serio, mi comprensiva madre.
No quedaba de otra más que pensar en algo y trabajar. El Hugo Guillermo, mi profe de publicidad radial, nos puso la difícil tarea de realizar una propaganda radial para alguna empresa que acepte nuestros servicios. Hablé con la amiga de mi hermana que está poniendo una cancha de fútbol sintética. ¡Listo! Ya tenía trabajo.
En la conversación del medio día mientras comía con mis padres y mi hermana, el Sr. Orellana me dice algunos consejos de motivación para que le ponga ganas. ¡No te ahueves Darío! Seguido de consejos útiles para la vida del negociante ¿Tienes RUC? ¡Debes hacer facturas, cómo vas a hacer con el impuesto al valor agregado! De repente me sentí adulto, estaba conversando con mis padres sobre facturas, IVA, negocios, la vida… Como que todo pasó muy rápido.
Llegó la hora de organizarse y mi madre que desde chiquito me decía: ¡Darío, de nuevo te olvidaste los deberes, ya te dije que debes de usar la agenda que te di! Me daba más consejos sobre lo importante de la organización. Tanto consejo y no quiso comprarme una palm, me dijo que ya me compró el ipod que no moleste, que ya es hora de que me gane mis chauchas.
Y eso es lo que me proponía. Llevo 24 años, ya da vergüenza pedir 20$ para la farra. Y qué horror salir con tu vieja a comprar ropa… no no no.
Empiezo a pensar en la gente para la cuña. Esteban, “el corpulento”, también le hace a la guitarra. Ahí unos ritmitos y de ley sale el jingle.
Hoy vamos a grabar las propagandas en la cabina de radio a las 6pm, el Jempe ya pidió, me dice por teléfono el Esteban. Me pierdo la clase de redacción una hora, capaz saco cero en el examen de redacción del Martes, pienso.
Ya en la cabina de radio, con el Esteban y los demás compañeros nos turnamos el uso de la cabina de radio que más parece bodega que cabina radial de una universidad como la UDA. ¡Esteban! ¿Y ahora? ¡Un jingle! ¡Me tocó lo más difícil, se cagó! Le digo. Las ideas no salían por ninguna parte y el estrés de que la cuña era para el día siguiente no ayudaba en mucho. Aparece el Paolo, y me dice que qué voy a hacer de cuña. Consternado y estresado le digo que no sé todavía que me tocó hacer un jingle. Ah ya, me dice. Yo voy a hacer la cuña para el Sundays, tienes que ayudarme. Sabías que tienen los hotdogs más grandes de la ciudad, 30 cm de largo. Ya ni hambre tenía y ya eran las 8. El cielo ya no brillaba y peor yo.
Me meto en la cabina de radio, toso, el polvo de esa cabina es mortal. El Esteban con mi guitarra, el paolo y yo sentados en el lugar de los hechos, sal vox, sal. De tanta preocupación por la falta de ideas ya ni vergüenza me daba cantar con mi melodiosa voz, la canción que sería la primera cuña casi profesional de mi vida. Hagamos una tormenta de ideas dice el Paolo. Tarara tarara tarara, el Esteban agarró las notas y en cuestión de veinte minutos ya estábamos cantando el posible jingle.
El nombre de la cancha debe salir todo el tiempo, estamos introduciendo un producto nuevo en el mercado, acuérdese de eso Darío. Recuerdo las palabras del Hugito.
¿Qué te parece la letra? Sí, está bien, dice el Paolo asintiendo con la cabeza. La Dazi Tata en los controles me hace la señal para grabar. ¡De una! El Esteban empieza a cantar y hace gala de su voz que ya ha sido apreciada en muchos de nuestros serenos. Le digo que cante más agresivo pero me responde que el tono labioso no se quita tan fácil.
Después de cuatro intentos, lo logramos. La cantada está. Darío tienes que hablar más rápido por que sino la cuña es muy larga. ¿Cuánto tiempo está? Pregunto. Paolo me responde que 45 segundos. ¡Miercolas! Tienes que hablar más rápido, vos eres el que ocupa tanto tiempo. Dice tranquilamente el Paolo. ¡10 segundos! ¡A ver Dazi dále, grábame! Tarara tarara tarara. Después de 5 grabadas, por fin la cuña daba 35 segundos. La Dazi me dice: Dari está bacán la cuña. Sí, está pegajosa ¿Si o no? Le digo riendo. El Juan Vidal, compañero de carrera de 7mo, asoma en la cabina y me dice que está bacán también. Ese comentario me hizo pensar en que talvez debería, de verdad, pensar en negocios. La cuña estaba lista después de haber editado el jingle toda la noche.
Llegó el tan ansiado Jueves de ojeras y calificaciones. El ingenio y la originalidad de las cuñas de mis compañeros me hacían olvidar por momentos la deficiente infraestructura de nuestra cabina radial. El Hugito criticando nuestros trabajos calificaba y calificaba, algunos reclamaban que se perdieron sus archivos, que por eso tuvieron que hacer al apuro, que por eso no estaba tan bien. Nosotros como un grupo de alumnos nos apoyábamos. Defendíamos nuestras cuñas a capa y espada.
¡Orellana! Llegó mi turno. Play. Por 35 segundos consecutivos el sonido de nuestro jingle sonaba. Paolo me miraba con una sonrisa, yo le sonreía como quien acababa de hacer alguna entrevista polémica o majadera. Sonreía como un irreverente al mismo tiempo que me sentía expuesto. Eso que sonaba, eso, era de lo que yo era capaz.
¿Quién canta? Dice la Lore (una compañera) el Paolo asume la responsabilidad con jocoso orgullo. La Lore no le cree, sabía que era del Esteban. Termina la cuña y todos mis compañeros aplauden.
¡Chévere! ¡Está bacán! ¡Bien Darío!
Esa cuña, fue la única en la que todos mis compañeros aplaudieron. ¡Gracias pensaba! Ahora qué dirá el Hugito. Darío le faltaría unos efectos adicionales y estaría completa.
5/5 tiene. Ese mismo día al final de la clase el Hugito le dice a dos compañeras, a la Mona, la vero y a mí, que hagamos una cuña para él, que nos recompensaba con una pizza.
¿Debería pensar en que va a ir bien el negocio? ¿Será que por fin le pagaré las deudas a mi madre? ¿Trabajaré en el futuro con el Hugo, recibiendo a cambio pizzas? ¿Quién sabe? Solo sé que así fue mi primera cuñada.
1 comentario:
pos pon la cuña para oir
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