Salimos mas tarde de la hora prevista, más allá de las 12:00 con doce personas en una buseta escolar para asistir al Garísima Music. Dos horas después, y tres filas requisadoras llegamos al estadio en el Sigsig.
Desde la zona vip que estuvo al frente del escenario nos preparamos para el abre boca desde ambato con Guanaco MC que no estuvo con banda completa, ni tampoco lo dio todo. Un show que cae en la categoría de bien, pero no indispensable. Si llegaste tarde no te perdiste de mucho, salvo entrar en ambiente y disfrutar de "El Original".
Una hora más tarde, desde Uruguay llegó el turno del Cuarteto de Nos que hizo una introducción espectacular con su vocalista de 54 años Roberto Musso usando una máscara. Debo admitir, no soy un conocedor de la música del Cuarteto, que ya entrados en años hicieron una presentación cual pelados de 17 años en cocaína. Demostraron que el escenario es lo suyo. Santiago Tavella, uno de sus guitarristas, que también canta, confirmó su condición de vocalista secundario, pero nadie puede negar el carisma producto de sus curiosos movimientos de baile. Gustavo "Topo" antuña fue pura emoción en la guitarra principal, mucha química con Roberto, digno de la banda que roba artistas talentosos que nunca hice. Terminó con su hit y la única canción que conozco de ellos "Yendo a la Casa de Damián".
Ya se iba oscureciendo la tarde, una leyenda del rock en español se abría paso para una de las presentaciones más íntimas que he visto de la agrupación Colombiana. Aterciopelados empezó con "Cosita Seria" del álbum "La Pipa de la Paz". Que me recuerda mi tiempo colegial con mi amigo Daniel con quien comprábamos álbumes con los ahorros de los fiambres del colegio. El le daba chance al rock en español, yo en ese tiempo pasaba por un snob absoluto. Volví al pasado y la nostalgia con la original voz de Andrea Echeverri que no desvanece un poco a sus 51 años, recordó la época del álbum "El Dorado", tiempo en el que apareció el conocido "Re" de Café Tacvba, que aprovechó para homenajear con la canción "Re". Después todo fue amor, paz, comida orgánica, cielo, semilla y "amo mis tetas". Aterciopelados puede hacer lo que quiera, tanto así como cantarle a Cuenca cuando estaba en el Sigsig. Una confusión (con disculpa) confirmada con el lanzamiento de frisbees de Aterciopelados con un rotundo Cuenca grabado en ellos. De despedida un "Bolero Falaz" y se aproximaba el final.
La noche ya era dueña del Garísima Music, la gente descansaba en el intermedio, aprovechaba para comer algo, fumar y beber eso que pasó la revisión (cómo lo logran), el suelo del estadio estaba húmedo y lodoso por la lluvia que Sigsig tuvo esos días, y no fue hasta el final del concierto que paramó con más fuerza como si la música fuese una especie de mantra protector.
Acto final del escenario uno. Natalia Lafourcade apareció acompañada de ovaciones de cariño por parte del público. Después de la primera canción, la mexicana dijo que disfrutáramos del viaje. Y eso hicimos. Al parecer navegamos entre canciones conocidas, la gente no dejaba de acompañar el magnífico canto de Natalia. El público la amaba y ella lo devolvía con todo. Su carisma era abrumador, un solo movimiento de sus dedos causaba la histeria de la gente. Los celulares lo registraban todo, y estorbaban la vista. Detrás de mi, cuatro chicas se rompían la voz recitando las letras de lo que suponía eran los hits de la cantante, por ahí un hombre gritó "dame un hijo". Me hizo pensar en la igualdad de género, pero fácil lo olvidé con el tremendo show que estaba presenciando. Natalia se movía de un lado para otro, que cogía la guitarra, que luego el piano, que volvía a la guitarra y hasta se tiró al piso. El show fue interrumpido por el Prefecto del Azuay que aprovechó para ofrecer unos presentes a Natalia, y de paso perfilarse un discurso político al cual la gente reaccionó con contundentes abucheos. De vuelta a la música y a tres canciones del final Lafourcade cantó "Hasta la Raíz", y sobre "Bonita" explicó más de la cuenta que la escribió a una chica que le robó el novio. Terminó con una canción cuyo nombre no sé ni puedo acordarme. Dijo que se llevaba Sigsig a su México querido. Se despidió entre aplausos y el consenso general del público suplicando escuchar una más. El escenario uno celebró su final con un impresionante show de fuegos artificiales digno de fin de año.
El Festival Garísima Music hizo honor a su nombre no solo por el cartel, sino por las facilidades y organización del evento. Ya se anunció una segunda edición por la acogida que tuvo. Todos salimos ganando. Volveremos.
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