Mirador Santa Lucía en Santiago de Chile / Foto: Darío Orellana |
En Chile se desarrolla el 19 Festival Internacional de Documentales de Santiago (22-27). Hoy pude ver dos documentales del director Fernand Melgar de Suiza. El primero "Album de Famille", y el segundo "Classe d'accueil". Del primero se cuenta una historia de migración de una pareja chilena a Suiza, de por qué, cómo sucedió, qué pensaban y cómo les ha ido. Después de dormirme mas de la mitad de la película, quedé listo para la segunda que fue la mejor.
"Classe d'accueil" explora una escuela para niños extranjeros hijos de refugiados bosnios en su mayoría. Los niños son los protagonistas y se manifiestan muchas veces con una gran sabiduría sobre su situación. Como por ejemplo, los problemas del idioma, su confusión sobre sus padres en el exilio y la adaptación a una nueva sociedad que los adopta, pero que también los ve de lejos.
Los refugiados se sitúan en barrios específicos. Algunos suizos manifestaron su molestia por la nueva coyuntura del sector. Se sentían molestos por que ya no habían muchos suizos viviendo ahí con sus tradiciones y estilo de vida. Algunos niños suizos mencionaban que los niños extranjeros se comportan como lo hacen en sus países, y que se ven raros para ellos. Lo decían inocentemente, aunque es lógico que un extranjero se comporte como lo hacía en su país.
Mientras paseo por Santiago de Chile percibo algo parecido a eso. Compro un café y detectan mi lenguaje foráneo. Enseguida siento una mirada distinta. Aunque cuando la gente me ve piensa que soy chileno. Mi viaje por Santiago de Chile me ha reunido con algunos amigos de Ecuador que amablemente me han recibido o han querido reunirse conmigo. Y empieza la revelación. Me encontré con diálogos desesperados, como si nunca los hubieran escuchado antes, como si hubieran estado atrapados. La queja homogénea algo triste de lo hermético de la sociedad chilena.
Y es que sí. Es así. Y hay mucho por develar. La persona que me acogió en un inicio es una chilena honoraria. De origen canadiense que ya vive en Chile más de treinta años. Ella es una persona que ha contribuido mucho a la sociedad chilena y lo sigue haciendo. Mi introducción a Chile vino de ella. Abordamos temas de turismo, periodismo y estilo de una mejor vida. No pude caer en mejor lugar. Los temas principales fueron el Chile de la pasada democracia, el terrible paso de la dictadura que dejó marcas en muchos (incluso se dice que algunos no se dan cuenta que las tienen), el Chile indiferente de hoy resultado de varios sucesos, la élite y su discurso. Los bandos políticos.
Mi experiencia empezó de una forma distinta a todo lo que se podría decir desde afuera de Chile. Me encontré con una ciudad hermosa, ordenada, limpia, con gente hermosa, y claro el neo liberalismo en forma del edificio más alto de Sudamérica, el Costanera, que se interpone en mis intentos de fotografiar Santiago con un fondo montañoso. Sin mencionar las franquicias más conocidas del planeta en cada esquina. Sucumbí a la del café.
En Ecuador tampoco somos santos, en Cochabamba escuché de un chileno decir que no les tratan tan bien en mi país. Es verdad, lo he hecho, lo he visto. En mi ciudad, Cuenca, también hay ciudadanos de Irán, China, Perú, Colombia, España, Cuba, Pakistán, India, Argentina, Francia, etc. Algunos se insertan mejor que otros en nuestra sociedad. Pero no es un tema que se discuta en las reuniones con los amigos. Incluso oí que en las escuelas y colegios solo se agrupan entre ellos. Mostramos nuestro hermetismo con éxito, aunque no es lo mismo con norteamericanos o europeos a quienes acogemos con una facilidad de trato que podría envidiar incluso la propia familia.
Aquí entran temas de raza, imagen de los países, economía, lenguaje, estereotipos, xenofobia. Cuantas veces nos llenamos de discursos vacíos sobre tolerancia, igualdad, el bien común, cuando cada vez es más frecuente escuchar que nos invadieron los gringos veteranos y que se ha encarecido la vida en Cuenca. Pero nos tomamos un trago en el Mayu y brindamos con ellos mientras hablamos de alguna visita a su país, o sobre la ley de herencias.
Nos parecemos en muchas cosas discutibles, eso ya nos unifica, ya empezamos por algo.
Uno de los niños del documental mencionó que extraña Bosnia, pero que cuando regresa siente que quiere volver a Suiza, y que cuando está en Suiza quiere volver a Bosnia. No sabe por qué. ¿Inconformidad? ¿Capricho? ¿O es que entiende de alguna forma que hay algo irremplazable en cada uno de esos sitios? Ese sentimiento confuso es la clave. Veía alguna película sobre el tipo que desespera y que hace un viaje. El cliché de hoy. Decía que todos buscan la felicidad, y que se olvidan de la felicidad de la búsqueda. Porque quizás no hay respuesta, Pico Iyer dice algo así: "Muchos viajamos para encontrar respuestas, pero yo viajo para encontrar mejores preguntas"
Museo Bellas Artes Santiago de Chile / Foto: Darío Orellana |
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Idea suelta:
Algo así se menciona en el documental: El amor puede cambiar el mundo, así como la guerra.
Historia suelta:
"Un antropólogo hizo una broma con niños de una tribu africana. El puso un saco lleno de frutas junto a un árbol y dijo a los niños que el primero que llegara ante el árbol ganaría todas las frutas.
Dada la señal, todos los niños salieron al mismo tiempo y cogidos de la mano. Entonces se sentaron juntos para aprovechar la recompensa.
Cuando el antropólogo preguntó por qué habían actuado de esa manera, sabiendo que uno entre ellos podría haber tenido todos los frutos para sí, ellos respondieron: Ubuntu, ¿Cómo uno de nosotros puede ser feliz si todos los demás están tristes?"
Ubuntu en la cultura Xhosa significa: "Yo soy porque nosotros somos".
4 comentarios:
El otro día leí un artículo bien alhaja que te hacía caer en cuenta que tienes dos padres, cuatro abuelos, ocho bisabuelos, 16 tatarabuelos y así; más allá de cuantos hayan procreado entre parientes, te vas atrás trescientos años y todos los humanos acaban siendo primos. Constantemente trazamos límites a nuestros círculos de comunión: estos somos nosotros (mi familia, mi jorga, mis conciudadanos, mis compatriotas, los hermanos latinoamericanos) y estos son los otros. A veces esos círculos se trazan por episodios compartidos (hay gente que te cae bien y hay gente que te cae mal, qué jodido que es luchar contra eso), pero muchas otras los componentes de cada conjunto se arrejuntan y separan imaginariamente; muchas veces es una cosa temporal. Yo lo que pienso es que, a la larga, no está bien que cada núcleo familiar tenga una casa propia, con vivencias aisladas de las de sus vecinos, y tenga su propio carro, de ellos y de nadie más. La sociedad, la ciencia y la cultura la mucho se han nutrido de los millones de desarrollos individuales, de esta sinfonía de voces heterogéneas, pero, al mismo tiempo, se han profundizado esos otros miedos y hermetismos (ese "Santiago es hermética", te diré, me sonó a eufemismo weón) que tanto daño le hacen al progreso de la especie. ¿Sabes lo que creo, joven Darío? En un futuro, ni siquiera tan lejano, vamos a regresar al anonimato.
No hace mucho me enteré que en la cultura inglesa comparten sus jardines. Es decir, la gente, cualquier gente puede pasar por ahí, pero claro, nadie afecta ese espacio compartido. Ha pasado mucho tiempo para que la gente se respete a ese nivel. En mi viaje he estado en contacto con una actitud similar en los hostales que he visitado. Vivir en cuartos conjuntos y respetarnos instintivamente en algunos casos fue impresionante. Ni el mas distraído podía evitarlo. Aunque en el fondo soy un escéptico de un cambio, quizás no está lejana la idea que planteas.
Dicen que el vuelo 600 a Lima nunca registro un tal Dario, que los asientos de la linea 28 iban repletos.
Sylvia
Al menos no un joven Darío jajaja. Disfruta Cuzco y no olvides ir a estos sitios que te mencioné. Un gran abrazo Sylvia de Puerto Montt y mucho gusto po!
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