(Primer collage no sean duros conmigo ) |
Uno de los factores de éxito de una reunión depende de en dónde
están sentados los invitados. No siempre puede ser como en una boda donde pones
estratégicamente a familiares, y amigos. A veces es pura suerte.
Pero no voy a escribir desde el que invita, sino desde el
invitado que quizás no lo piensa con tanta anterioridad, pero que tiene unos
micro segundos para escoger en dónde se va a sentar. Esos micros segundos que
cuentan desde la entrada del lugar hasta llegar a la mesa de la reunión son
casi definitivos. Cada paso inflige más presión y quizás una mala decisión.
Hay de varios tipos que reduciré a dos: Buenas y malas. Las
buenas terminan en “hay que repetir” y las malas. Las malas… las malas son tu
culpa porque en esos micros segundos de caminata a la mesa de invitados te
sentaste sin pensarlo, así sin más como cuando vas a votar en las elecciones
presidenciales. Ya cagaste el país, al menos no la cagues en ese cumpleaños.
Obviando cualquier protocolo formal que no aplica a una
reunión de amigos, se sabe que mientras más pronto llegues más cerca de la
persona homenajeada estarás. Ahora si no tienes tan buena relación con esa
persona mejor llegar un poco tarde con algún amigo que sí te cae bien.
Pero y qué pasa si quieres conversar con alguien en especial
pero llegaste tarde porque dejaste todo para el ultimo, como la tesis. Dejar
ir. Sí, ya fue, te tienes que bancar a los panas satélites. Que son “ni fu ni
fa”, nunca hablas con ellos, pero ahí están orbitando. Al menos tienen los
tabacos que nunca compras por tu cuenta.
Resiliencia. Siempre se puede ver el lado bueno de estar
sentado justo a lado de la persona que más habla. No para ni para mandarse los
tres shots de cortesía. Lo bueno es que puedes pasar desapercibido si no te
gustan los reflectores. Igual ya se saben tus chistes, y no quieres hablar de
tus series culposas… ¿Working Moms?
Digamos que te toca al medio de dos amigos que quieren
conversar. Esa es otra de las peores desgracias. Lo segundo peor en la escala
del violinismo, y más aún si la persona que te gusta es la que te ignora. ¿Cómo
salir de esas? Riega el trago. Nunca falla. No mentira. Ríndete campeón,
tampoco uno es tan loser de decir “siéntense juntos mejor” nooooooo. Retroceder
nunca, estorbar siempre. Ya se va a ir alguien al baño igual. No lo
desperdicies, como desperdicias la plata en trago.
Bueno este blog no es Cosmopolitan, peor el Manual del
Manuel Carreño. Solo quiero dejar claro que el éxito de ser invitado a una
reunión depende de ese número finito de pasos mientras te acercas fatídicamente
a la mesa. Éxito o fracaso, a la final es el juego de la silla, alguien siempre
se cae.